lunes, 26 de julio de 2010

Sólo hay caja

Hay una imagen que suele utilizarse para ejemplificar algo que en realidad no entiendo, se trata de un gato encerrado en de una caja, junto a comida envenenada, seguro que conocéis el ejemplo
(le habla al aire)
y sabéis lo que dice: no hay modo de saber si el gato vive o no hasta que se abre la caja. Pienso mucho en este ejemplo cuando aún no sé qué números han salido en la lotería pero hace mucho que ha sido el sorteo. Acabo llegando a la conclusión de que en realidad uno es el gato, no el observador. Quisiéramos ser el observador, conocer las cosas desde fuera, pero esto es un contrasentido, no se puede ser fuera, sólo hay caja y pedazos de comida envenenada.


A la larga ambos estados confluyen, el gato acaba siendo un montón de huesos
haga lo que haga. Toda resistencia es inútil.


Debo insistir: sólo hay caja. Nadie observa fuera. No hay un “fuera”, nadie abre la caja y comprueba el estado del gato, la caja no puede abrirse. Debo insistir.