De un día para otro los pájaros descubren que pueden planear sin esfuerzo sobre la corriente ascendente que se forma en el parabrisas de un coche en movimento.
Esto les supone tal ahorro energético (sólo planean, no tienen que aletear) que enseguida y en masa adoptan el hábito, y ya no lo abandonan. Los conductores aceptan el hecho, le dan valor al ave de su coche, se establece una especie de relación totémica. La gente se vuelve muy susceptible al hecho de que se moleste o dañe al pájaro, continuamente presumen de la majestuosidad del mismo y menosprecian los de los demás. Empiezan a publicarse manuales de ornitología claramente sesgados, y se venden muy bien. Cada cual tiene en la estantería de su salón el libro que ensalza las virtudes de su pájaro en concreto, los cínicos siempre están haciendo chistes al respecto, pero a continuación son capaces de enumerar las ventajas de conducir con una garza coronada planeando sobre el capó.
El hecho de que sean los pájaros quienes elijan el coche al que se vincularán de por vida, y que esta elección no parezca obedecer a ningún motivo, y que las aves no puedan robarse o comprarse aunque sus dueños se pongan de acuerdo; todo esto hace que la mayoría de la gente se sienta muy desgraciada.