lunes, 17 de mayo de 2010

Concurso de Talentos

Se me pregunta en los comentarios por qué ahora dibujo, y es cierto, ahora dibujo, pero podría ser peor, podría robar. Lo cierto es que siempre he hecho cosas, y no todas han sido inteligibles. La naturaleza de estas cosas varía siguiendo unos ciclos cuyo funcionamiento no acabo de comprender. Sólo sé que escribir es lo más cómodo de todo: basta con mencionar aquello que se quiere representar. Dibujar lleva un poco más de esfuerzo, pero así y todo hay otra actividad que resulta aún menos rentable en términos expresivos, una actividad que sólo puedo definir como psicofonías captadas con un rudimentario esténope fabricado a partir de una caja de cerillas vacía .

Presencien horrorizados el fruto de esta actividad:

jueves, 6 de mayo de 2010

Un mal golpe

La clase de golpe que se da un peatón desavisado, sea porque va pensando en sus cosas o porque tiene el sol de la tarde de cara y le deslumbra, y de hecho disfruta siendo cegado mientras pasea apaciblemente por la acera. Hay muchos establecimientos a pie de calle, sus escaparates y muestrarios alegran la vista de nuestro paseante amigo, le hacen bajar la guardia y no advertir que en el toldo a medio arriar del que le separan apenas dos pasos hay un tubo de metal contenido en la tela, a fin de hacer peso y mantener el toldo en una verticalidad estricta.


Es así que nuestro peatón expone su cráneo, creyendo que sólo va a sentir la caricia de la tela en su serena y despejada frente, pero es toda una sección cilíndrica de su cerebro la que queda en el tubo:
Luego hay que sacar esta sección cilíndrica de cerebro soplando por el otro extremo, labor que llevan a cabo dos esforzados operarios, mientras uno sopla intensamente, su camarada recoge la masa encefálica que va asomando con la ayuda de un vaso de tubo. Descubren que cabe justo.
El afectado se salva y consigue hacer vida normal gracias a un cilindro de madera que obstruye y ocupa el profundo agujero de su cráneo. El fragmento de cerebro extirpado se conserva durante años en su vaso de tubo, hasta que el afectado logra ahorrar lo suficiente como para pagarse la operación de reimplante. Para entonces sendas superficies cerebrales ya han cicatrizado, de modo que no cabe esperar que la sección cilíndrica reimplantada arraigue en el hueco de su cerebro original; sin embargo, ambas partes aún pueden comunicarse entre sí por impulsos eléctricos neuronales, capaces de saltar el fino hiato que existe entre las superficies cerebrales en contacto.

El afectado sufre una pequeña crisis existencial al verse invadido, años después, por esa porción de cerebro y los recuerdos, ideas y emociones contenidos en ella, correspondientes al instante anterior al golpe. El subsiguiente flujo dialéctico entre ambas partes de su cerebro, comparable a existir en dos lugares o instantes a la vez, le da una perspectiva de la que ningún otro ser humano es capaz.


Cuando accidentalmente descubre que el cilindro cerebral puede girar libremente en el hueco, se hace implantar una pequeña manivela graduada, a fin de controlar dichos giros. La reestructuración espacial de la sección cilíndrica del cerebro supone multiplicar por mil varias veces las conexiones neuronales posibles, y por tanto la capacidad intelectiva y de asociación. Con el tiempo descubre la relación óptima entre el giro realizado y el periodo necesario para que el cerebro se adapte y aproveche su nueva disposición interna: trece grados levógiros cada cinco semanas.
Tiene la frente y la cara llenas de cálculos invertidos
que él mismo se ha escrito, frente al espejo

En la actualidad regenta un bingo y se sirve de los resultados aleatorios que aparecen en el juego para elaborar una teoría unificada. Ya ha demostrado que la fuerza de gravedad es una ilusión perceptiva producida por el sentido del olfato y que el universo se expande y contrae siguiendo las mismas leyes que el escroto humano.