Es una lástima que no me haya dado la gana de hacer la animación, porque es un bello movimiento ese del palo golpeando. Y tiene mucho mérito hacerlo bien en medio de todo el jaleo. Brutalidad tranquila, violencia de precisión, como decapitar a un saltamontes con un hacha.
Aquí está usando una raqueta de bádminton, pero el propósito es el mismo. El muchacho se ha echado la revolución a las espaldas, pretende hacerla él solo. Es uno de esos tipos con suerte que siempre sonríen y a los que todo les sale bien. Uno de esos tipos desconcertantes. Su familia tiene mucho dinero, pero no es por eso, sencillamente hace las cosas bien. Y encima el hijoputa es humilde y cae simpático. Yo qué sé, a lo mejor lo consigue.