Él sabe hacerse crujir el cuello. Hay quien puede hacerse crujir los dedos y las muñecas, todo esto lo puede hacer él también, pero es especial porque además sabe hacerse crujir el cuello, de manera que parece que se lo rompe.
Se lo cruje en medio de una calle atestada, esperando a que el semáforo se ponga en verde, y se deja caer, desplomándose como cadáver.
Ella aparece entre la multitud, sollozando, profiriendo horrorizados alaridos. Se rasga las vestiduras y llora la muerte sobre el falso cadáver. Él abre un ojo, y sonríe.
¡Era broma! Ella no sabía aún su extraordinaria capacidad para crujirse.
Se levantan y se van de la mano. Los peatones han seguido pasando junto a ellos con paso apresurado, tanto cuando se ha simulado la muerte como cuando tiene lugar la resurrección. Les impiden, de hecho, caminar. Nadie les mira, pero todos les empujan, les piden permiso para pasar, todos quieren pasar a través de la pareja, no entre ellos, sino a través de cada uno de sus componentes. Disculpe ¿Me permite? Si no le importa…, mientras les hacen a un lado en todas direcciones, la suma de las fuerzas del dorso de sus manos, haciendo crujir sus costillas, retorciendo sus columnas vertebrales como al escurrir una bayeta.
Otra variante es que él, tras crujirse el cuello, en lugar de desplomarse haga como que se le ha pinzado un nervio, la médula espinal nada menos, el bulbo raquídeo, y no pare de patalear en el aire fingiendo perpetuo calambrazo. Ella puede fingir horror, si ya ha pasado por la broma anterior.
Resulta que el muchacho tiene la espina dorsal de cremallera. No es que la use como una cremallera, es que es una espina de ese tipo. Puede hacérsele bífida como no cuide su alimentación o haga deporte.