Ese ¡Ah! es un jadeo sexual: atar cabos le produce un placer muy intenso, aunque fugaz. Pasa los fines de semana resolviendo puzzles, y cada pieza encajada es una pequeña descarga de placer puro y compacto, inigualable. Los lunes llega al trabajo como nuevo.
Yo le entiendo, a mí me pasa algo parecido. La sensación no desmerece para nada la del orgasmo propiamente dicho, sólo que es más sutil, aparece sin avisar y no se localiza en los genitales, sino en el interior del cerebro. En el centro y abajo. La primera vez que me pasó fue viendo a mi abuelo resolver una raíz cuadrada a lápiz y papel. Me pasa sobre todo cuando veo a gente muy concentrada, haciendo operaciones de cabeza, pero también cuando me explican algo. Tiene que ver con el modo en que la información se articula y fluye, no sé por qué algo así me produce placer; pero bueno, tampoco quiero exagerar, en el día a día me limito a hacerme pajas.