martes, 17 de agosto de 2010
Una tragedia romántica
Un noble señor surca los mares en un barco donde conserva el cadáver embalsamado de su enamorada. Navega a la espera de su propia muerte, pero una terrible tormenta parte el barco en dos, y el noble señor tiene que ver cómo el cuerpo de su amada se sumerge en las oscuras aguas y es plácidamente tragado por ellas. Esta tragedia no queda bien expresada en palabras, ni siquiera con millones de presupuesto podría representarse en forma de película; es necesaria una aguja fina y larga, muy retorcida, que debe ser clavada en el punto y ángulo precisos, sobre el área occipital, para penetrar el cerebro, atravesar el pecho y alcanzar los riñones, la glándula suprarrenal concretamente. Esta acupuntura narrativa consigue que, uno por uno, mis anfitriones asimilen plenamente la fábula y rompan desvalidos a llorar. La fiesta resulta un éxito y al volver a casa todos duermen como bebés.