Buf. La resaca ha sido brutal hoy, ha habido tembleques y todo, por la mañana ha sido espantoso, luego he comido y ha ido mejor, pero tampoco mucho mejor. Ella estaba ausente, llevaba ausente varias horas. Hay que explicar que me refiero a su estado en el chat, donde ausente significa ausente de verdad. Todo ha sido tan estúpido como siempre, pero con la aspereza natural de la resaca, esa lucidez tan física, tan pesada, etc, etc.
He vuelto a ver la tele. Es una experiencia curiosa cuando estás acostumbrado a vivir sin ella, aunque sigues viendo lo que te interesa, claro, películas y series, todo eso está al alcance de la mano y limpio de toda broza. Pero eso no es ver tele, ver tele en realidad es más bien como fumar una pipa de crack, hay un poco de eso ahí. Nunca he fumado crack, si tengo que ser sincero, en realidad estaba pensando en otra cosa, en un artefacto que utilizábamos a veces para fumar marihuana, pero pipa de crack es una expresión plena de bellísimas y muy apropiadas connotaciones, y por eso la he usado. Se trata de fumar mierda, de castigarse el hígado, pero no me estoy explicando y me apetece hablar de aquél artefacto para fumar marihuana, me gustan estas recetas, me gustan las instrucciones para construir cosas, objetos con aplicación práctica.
Hacen falta dos botellas de plástico, lo ideal es tener una de dos litros y otra de litro y medio, también hace falta algo que corte bien y un pequeño filtro metálico que encaje en la boca de la botella más pequeña, para esto vale perfectamente el filtro de cualquier grifo, de la cocina, del lavabo, se pueden desenroscar muy fácilmente. Y si se limpian bien después de la toma, pueden volverse a enroscar y nadie notará un sabor extraño en el agua.
Hace falta algo que corte bien porque hay que amputar la parte superior de la botella grande y la parte inferior de la botella pequeña. La idea es que la pequeña pueda introducirse sin problemas dentro de la grande. La idea es llenar de agua la botella grande, colocar el filtro que he dicho en la boca de la botella pequeña, que a su vez se sumerge (no del todo) en el agua que contiene la botella grande. La idea es colocar la cantidad de hierba que se desee en el filtro metálico, sumergir lo más que se pueda la botella pequeña, a la que a partir de ahora me referiré como émbolo, sumergir digo lo más que se pueda el émbolo en el agua, sin que la hierba llegue a mojarse, claro. Entonces se aplica una llama a la marihuana y mientras ésta se consume, vamos subiendo el émbolo, de manera que su interior se va llenando de humo por aquello del horror vacui. Entonces se quita el filtro con las cenizas de hierba y se tapa la boca del émbolo con la mano para que no se escape el humo.
Este es el momento en el que los muchachos están expectantes y sueltan alguna risita que otra, es un juguete divertido, una buena aplicación práctica de los conocimientos adquiridos, si hay algún adolescente leyendo sugiero que lo proponga como ejercicio en clase. Personalmente opino que tiene más gracia construirlo y verlo funcionar que utilizarlo, pero bueno. La macchina, lo llamábamos.
Entonces empieza la toma propiamente dicha. El primer valiente aplica los morros a la boca del émbolo y chupa al tiempo que lo hace descender hasta el fondo, tragando todo el humo que había en su interior. Evidentemente su valentía depende de la cantidad de fumable que se haya colocado en el filtro, nosotros teníamos una bolsa grande como un cojín, toda llena de hierba, no racaneábamos en aquella época, así que una migajita de valor sí había que echarle. Enseguida el primer valiente se yergue, y pasa la macchina a otro, que se dispone a ejecutar toda la operación desde el principio. Pasa el testigo porque el segundo está ansioso y quiere probar también, y porque enseguida este primero empieza a toser violentamente, algunos se apoyaban en algún árbol cercano para vomitar. Todo esto, claro, a los demás nos daba mucha risa y ganas de probar.
Por eso digo que cada vez que llego a una casa donde hay un televisor y lo enciendo, la experiencia me despierta estos recuerdos. Por eso decía lo de la pipa de crack, el flujo audiovisual que sale del aparato es un poco así, un poco machacarse, dejarse ametrallar, el placer de ser punching ball. Me gusta esa idea, me gusta la idea de esa inmensa mayoría, niños y viejos, solos o en familia, todos consumiendo cada día grandes cantidades de esta droga dura. Puede que no haya humo involucrado pero no me negaréis que muchas veces dan ganas de vomitar.
Pido perdón, pero es inevitable que analice y critique el mensaje. La atmósfera de esa ilusión, porque no hay realmente un mensaje, ya digo que es un flujo, ver la tele es exponerse a una corriente que te pega directamente en las tripas, un flujo incoherente y continuado, un trance. Primero el telediario, un estofado hecho con los peores momentos de la vida de alguien, cada día una o varias personas pasan el peor momento de su vida, el telediario selecciona estos momentos y nos los ofrece en una bandejita como si fuera pescado crudo. Luego están los anuncios, la argamasa guijarrera que lo une todo, casi todos parecen estar orientados a despertar el deseo, y eso está bien, el problema es que son muy cortos, y enseguida viene otro que te provoca otro deseo distinto o va dirigido a otro sector de la población con el que uno no congenia, empieza uno a sentirse mal, a no saber de dónde vienen los golpes. Hay belleza, y deseo, pero está despedazado. También los hay maternales, hay anuncios que simulan el amor viscoso y asfixiante de una madre. En fin, están ahí para hacer que creas que necesitas cosas, están ahí para convencerte con persuasivos argumentos y chantajes de que les necesitas, por eso decía lo de maternal.
En fin, perdonadme. No me gusta criticar, no me gustan las críticas. Si hay algo que no te gusta, no lo critiques: deja de hacerlo. Sé que no es un gran consejo pero es toda la moraleja de la que me siento capaz, me cansé de criticar la tele y en general la estupidez ajena, me cansé sobre todo porque para criticarlas había que prestarles atención, así que ahora me regodeo en mi propia estupidez y me la machaco sin molestar a nadie y esperando que alguien encuentre de utilidad lo de la macchina.