jueves, 28 de julio de 2011

Exclamación erótica

Ese ¡Ah! es un jadeo sexual: atar cabos le produce un placer muy intenso, aunque fugaz. Pasa los fines de semana resolviendo puzzles, y cada pieza encajada es una pequeña descarga de placer puro y compacto, inigualable. Los lunes llega al trabajo como nuevo.

Yo le entiendo, a mí me pasa algo parecido. La sensación no desmerece para nada la del orgasmo propiamente dicho, sólo que es más sutil, aparece sin avisar y no se localiza en los genitales, sino en el interior del cerebro. En el centro y abajo. La primera vez que me pasó fue viendo a mi abuelo resolver una raíz cuadrada a lápiz y papel. Me pasa sobre todo cuando veo a gente muy concentrada, haciendo operaciones de cabeza, pero también cuando me explican algo. Tiene que ver con el modo en que la información se articula y fluye, no sé por qué algo así me produce placer; pero bueno, tampoco quiero exagerar, en el día a día me limito a hacerme pajas.

viernes, 15 de julio de 2011

Este era el vídeo

Que correspondía a la entrada anterior.



Confío en que todo haya quedado ahora mucho más claro.


miércoles, 13 de julio de 2011

Semen escarchado

El astronauta está muy concentrado en la tarea de reparación. No mandan a un tipo al espacio para que esté rascándose los cojones, cada minuto que está ahí arriba cuesta un dineral: el astronauta lo sabe. Siente que hay miles de millones de ojos fijos en él, nosotros sabemos que ésto no es posible, no hay nadie fijándose directamente en los astronautas; pero ellos tienen el planeta entero a sus pies, mientras trabajan. Es una forma perversa de miedo escénico, entendedlo: pueden ver áfrica y américa al mismo tiempo, y creen que áfrica y américa les devuelven la mirada. Sienten la mirada de millones y millones de ojos hambrientos que les piden cuentas. Por eso el tipo se afana en reparar lo que sea que está reparando ahí arriba, digamos que hay un manguito roto en la estación espacial y él lo está arreglando.

El caso es que es una sensación muy poderosa la de flotar por el espacio. Muy excitante. No es cosa de todos los días, eso de pasearse fuera del planeta. A nuestra generación, criada al calor de la NASA y sus euforias, puede parecernos normal, pero la exploración espacial es en realidad un magnífico alarde, comparable al saltar de un balcón a otro todo borracho, o a hacer caballitos con una moto de gran cilindrada. Los cohetes que mandamos al espacio son las pirámides de hoy día, son las erecciones de esta especie adolescente que acaba de descubrir lo que pasa si se la agarra y menea muy fuerte.

Todo esto pasa por la mente del astronauta. Se le ha nublado ya el juicio, apenas puede prestar atención a la rosca del manguito, tiene la polla tiesa como una estaca, hace bulto incluso a través de las infinitas capas del traje, y no puede pensar más que en correrse en medio del espacio. Toda esa noche negra y gélida, ese vasto campo de muerte estelar, él quisiera irrigarlo, impregnar de vida el universo.

Dando la espalda al planeta, aún con miedo de que puedan verle, ha empezado a tocarse. Ya sabéis cómo, el tipo lleva una aparatosa escafandra, pero es igual que cuando te la agarras vistiendo un pantalón vaquero grueso, hay que apretar fuerte para notar algo, pero el travesaño está claramente ahí.

Empieza a darle igual que áfrica y américa puedan verle. Se está frotando como un loco, visto desde fuera parece más bien una mujer masturbándose, pero haceos cargo del grosor del traje espacial. Traje que por cierto puede abrirse: no mucha gente lo sabe, pero las escafandras de los astronautas tienen cremallera. No una sola, hay varias capas, con botones y velcros también, pero el caso es que puede abrirse. Para entonces lo que él ya no puede es evitarlo: se la saca, y en ese mismísimo supremo instante se corre. Ebrio de satisfacción, intenta torpemente cerrar una a una todas las capas del traje, pero lo cierto es que ya no siente nada entre sus piernas. Un frío seco le ha anestesiado: el mismo vacío del espacio que le ha chupado la polla hasta dejarla azul, el mismo infinito que ha recibido ese impetuoso coágulo de semen enseguida congelado, ese pequeño árbol de hielo que se aleja poco a poco, girando lentamente sobre sí mismo.

viernes, 8 de julio de 2011

Mendigos

La pena de no tener ya una cámara en el ojo, esto dentro de unos años no será un problema, pero todavía no se pueden sacar fotos así, en el momento. En el preciso instante, no vale una milésima de segundo después, ya has seguido caminando.

Éste siempre dice algo si le cruzas la mirada, pero nunca le escuchas porque APESTA.
Éste se había arrinconado contra una puerta de madera muy vieja. Había buscado su sombra natural, una esquina de arrugas y decrepitud, un camuflaje; pensé que podía ser él quien provocara todo el ajamiento, que podría ser el centro de una burbuja que envejeciera varios años todo lo que estuviera en su radio de acción. Pero no, el tipo no era centro de nada, sólo era un mierda arrimado a una puerta.

miércoles, 6 de julio de 2011

Tener nietos directamente

Sara, 26 años, natural de Ciudad Real. Ha insistido en parir sola, sin ayuda. Es muy bruta.

Ese recién nacido que le sale del coño es su nieto, esto se consigue con una técnica experimental, que consiste en gestar dentro del útero dos fetos, gemelos, mellizos o lo que sea, uno chico y el otro chica. En el momento adecuado se provoca la cópula entre ellos, y se fuerza el desarrollo del nuevo feto a costa de los otros.De esta manera, al dar a luz, lo que sale es directamente el nieto. Muy probablemente tendrá algún tipo de tara, pero si quieres tener nietos directamente, si te presentas voluntario para ésto, tú mismo no estás del todo bien de la cabeza.

domingo, 3 de julio de 2011

Lo primero que ví al salir del búnker


Una mujer disfrazada de mantis religiosa, sosteniendo un cubata en la mano.

Es el final de una de tantas historias que se pudren en los cojones de mi mesa. Ahí va el sorbo de esa leche agriada: un tipo se encierra por error en un búnker antinuclear de fabricación casera, creyendo en vano que ha tenido lugar un holocausto nuclear. Al principio todo va bien, tiene álbumes de fotos y cintas VHS de sobra para pasar el rato. Enseguida empieza a aburrirse y palidecer, trata de componer un mensaje de socorro a partir de fragmentos recortados de programas de televisión, pero es inútil. Aparecen las alucinaciones. En un principio las achaca a la radioactividad, pero a la larga descubre que se deben a un hongo que infecta todas sus provisiones de comida. Se resigna a morir de hambre. Luego cambia de opinión y decide salir al exterior, y encuentra todo como estaba. En lugar de un yermo radiactivo plagado de mutantes caníbales, un mundo nuevo al fin y al cabo, encuentra todo como estaba. Sigue el atasco, sigue el calor, nadie se ha ido.